El sida ya está controlado en España

Transcurridos 30 años desde su descubrimiento, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es, probablemente, uno de los más estudiados de la historia. Sin embargo, y a pesar de los grandes avances, aún no existe forma de prevenirlo ni de erradicarlo. Pero la búsqueda no cesa y esta semana un equipo de científicos españoles, en colaboración con otro alemán, ha hecho público un descubrimiento que ayuda a explicar un proceso crucial en la infección del VIH, a partir del cual se podrían desarrollar nuevos tratamientos y también, apuntan los expertos, vacunas. 

«Llevamos mucho tiempo intentando entender cómo un virus que entra por las mucosas acaba destruyendo linfocitos CD4, que están en los tejidos linfáticos», explica a Javier Martínez-Picado, del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa (Barcelona). 

En ese proceso intervienen las células dendríticas, que forman parte del sistema inmune y que recorren los tejidos del cuerpo en busca de agentes extraños. Cuando los encuentran, los captan y fagocitan para destruirlos y presentarlos como antígenos -una función esencial para el buen funcionamiento del sistema inmune-. En el caso del VIH, esta destrucción no siempre se produce y las células dendríticas sirven como vehículos en los cuales el virus del sida se desplaza para alcanzar los tejidos linfáticos en los que infecta y destruye a los linfocitos CD4, sus víctimas por excelencia. 

El estudio dirigido por Martínez-Picado, publicado en PLoS Biology, se centra en la interacción entre el VIH y las células dendríticas. Un fenómeno importante si se tiene en cuenta que el virus unido a estas células es mil veces más infectivo que si está suelto. El trabajo describe «cuál es la molécula de la superficie del virus que interactúa con las células dendríticas», explica el autor. «Sin ella -continúa-, las células dendríticas no captan el virus». 

Estas moléculas, que en realidad son tres (GM1, GM2 y GM3), se llaman gangliósidos, y el VIH las arrastra después de infectar distintas células del organismo y las sitúa en su superficie. Su presencia, según este estudio en el que han participado también investigadores de la Universidad de Heidelberg (Alemania), es determinante para que las células dendríticas capten el VIH. Tanto, que «en su ausencia el virus no penetraba en el 100% de los casos», asegura el experto del IrsiCaixa. De ahí, su importancia. Los gangliósidos no son los primeros mediadores descubiertos de este proceso. «DC-SIGN es el más conocido», explica José Alcamí, investigador del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.

«Pero el hallazgo de este grupo de moléculas es muy interesante porque están en la superficie del virus y no en la de la célula, donde estaban todas las identificadas hasta ahora». 
Al desempeñar un papel tan importante en la unión del VIH a las células dendríticas, estos gangliósidos son un buen candidato a diana terapéutica. «Si conseguimos bloquear estas moléculas, no se produce la interacción y, por tanto, disminuye la propagación del virus por el organismo», subraya Martínez-Picado. Esta es una de las líneas en las que él y su equipo están trabajando. «Tenemos ya alguna molécula que funciona bien en el laboratorio. No sabemos si funcionará in vivo, cosa que queremos probar cuanto antes», asegura.

Además de una brecha para la búsqueda de nuevos fármacos, Alcamí cree que este descubrimiento podría ser una oportunidad «interesante para el desarrollo de vacunas». 
Aunque quedan algunas preguntas por resolver en el artículo. Principalmente, «los autores no responden a la cuestión de si los virus que penetran en las células dendríticas mediante esta vía de los gangliósidos son presentados después como antígenos». De ser así, el hallazgo español sería una nueva vía para encontrar la ansiada inmunización frente al virus del sida. 

Pero para todo eso «harán falta más estudios para comprender cómo las células dendríticas reconocen los gangliósidos, como el VIH evita la destrucción y como escapa más tarde para infectar las células T», apunta un editorial publicado por la revista. 

Los responsables del hallazgo son conscientes del carácter preliminar de los mismos y se han mostrado cautelosos a la hora de valorarlos. Como subraya Martínez-Picado: «Soy muy prudente a la hora de valorar este trabajo, pero los gangliósidos pueden ayudar a frenar la diseminación del VIH y a desarrollar nuevos fármacos y vacunas. Además -continúa-, todo lo que estamos aprendiendo sobre el virus del sida será aplicable a otras enfermedades».

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