Las pieles son un lujo cuestionado
La industria internacional de la peletería está actualmente siendo cuestionada. Un vídeo lanzado mundialmente hace unos años, con un impacto muy estudiado, expone visualmente la «crueldad sanguinaria» con la que se visten miles de mujeres al llevar un abrigo de piel. Unas imágenes que chocan estrepitosamente. Un vídeo similar, por ejemplo, en un matadero industrial, presumiblemente nos convertiría en vegetarianos calzados con zapatillas de esparto. Pero no se trata de eso. Se trata de una campaña que, como muchas otras, ha sido creada para hacer mella en la sensiblería general que, irracional, la adopta como suya y la convierte en fanatismo puntual.
No es una batalla justa, y emprenderla en nombre de la ecología, sería superficial e inútil. En este caso, el no a la peletería está seguramente potenciado por una creciete industria textil que fabrica millones de metros en las llamadas pieles sintéticas, bautizadas ahora por algunos diseñadores de moda, con alevosía, como pieles ecológicas. Son unos tejidos creados para reemplazar en el mercado, sin razón aparente, y mucho menos ecologista, las pieles de aquellos animales salvajes cuyo peligro de extinción las ha hecho desaparecer. Son la pieles de animales extremadamente protegidos como el tigre, el leopardo, el jaguar y ciertas nutrias y focas.
Detrás de cada producto hay una industria y delante, un mercado. La peletería es una industria ancestralmente anclada en zonas -rurales sin más recursos y controlada rigurosamente por biólogos y gobiernos. En la actualidad, el 99% de las pieles proviene de animales criados en granjas pertenecientes a grupos indígenas que durante generaciones mantienen su supervivencia y equilibrio económico gracias a un experto trabajo en el control de los ciclos vitales de su entorno. Los animales «cultivados» son el visón, la marta, el astracán y karakul y el zorro. Otros, como el castor, se desarrollan en libertad en áreas vigiladas. Además de las pieles, sus carnes y grasas se reciclan hacia otras industias como la alimenticia, la cosmética, la fotográfica o la farmaceútica. Los animales salvajes en peligro de extinción están tan protegidos, que su presencia en las peleterías ha desaparecido totalmente, aniquilando, así, a los cazadores furtivos.
Las pieles se caracterizan por su belleza noble y por su cualidad única e inimitable de abrigar y no pesar y son prácticamente indispensables en países de invierno gélido. Los peleteros españoles mantienen firme su oferta: visón, marta, astracán swakara, karakul y breitschwanz y zorro. Los colores son generalmente naturales. la linea se alarga hasta los tobillos o se queda en la rodilla y, en ambos casos, es acampanada, redonda y con cuellos chal envolventes y largos. Los botones desaparecen y las mangas, así como las sisas, son grandes y cómodas. Las pieles más delgadas son tratadas como un tejido aterciopelado y se llenan de flecos o de pasamanería artesanal. Drapeados, volantes, todo hace pensar que la peletería se acerca a las tendencias de moda con naturalidad y técnica, dejando a un lado pasadas rigideces pequeñoburguesas u ostentaciones hollywwodienses. Las pieles de hoy envuelven a ricas y modernas.
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