Un maricon ha muerto

En sus 69 años de vida, Lucio Dalla jamás habló de su vida privada ni soltó prenda sobre su orientación sexual. Pero, ahora que está muerto, su homosexualidad se ha convertido en un candente tema de debate en Italia. Sobre todo, a raíz de que el pasado domingo, durante su multitudinario funeral en Bolonia (la ciudad de Pasolini), su pareja desde hacía una década, Marco Alemanno (un actor, cantante, fotógrafo y director teatral de 31 años al que muchos medios de comunicación se han referido estos días con eufemismos del tipo «amigo», «estrecho colaborador» o «ayudante») se subió al altar de la Basílica de San Petronio para recordar entre lágrimas al cantautor. 
Un hecho que ha desencadenado una profunda controversia sobre lo difícil que todavía hoy resulta salir del armario en Italia y sobre la hipocresía rampante que impera respecto a la homosexualidad. 

«Los funerales de Lucio Dalla son uno de los ejemplos más palmarios de lo que significa ser gay en Italia: vas a la Iglesia, te hacen un funeral y te entierran por el rito católico, a condición -claro está- de que no digas que eres gay», soltó el domingo en una tertulia la periodista Lucia Annunziata, ex presidenta de la RAI (la radiotelevisión pública italiana) entre 2003 y 2004, dando el pistoletazo de salida a la polémica. 

«Tiene toda la razón», se sumaba Franco Grillini, uno de los líderes históricos del movimiento gay en Italia. «Hemos comenzado, y después continuado, con un silencio hipócrita a propósito de Marco Alemanno. Se ha dicho que si era el amigo del alma de Lucio Dalla, su principal colaborador... Marco era simplemente su compañero. Yo me los encontraba con frecuencia en el quiosco, no alardeaban de nada, pero tampoco lo ocultaban. Pero estoy seguro de que, si Dalla se hubiera casado con Marco en Nueva York, en Oslo o en Madrid, como han hecho muchas parejas italianas, jamás habría tenido un funeral en San Petronio, la iglesia-símbolo de Bolonia». 

Efectivamente, en Bolonia era vox populi que Marco Alemanno y Lucio Dalla vivían juntos. De hecho, el joven se encontraba junto con el cantautor en la localidad suiza de Montreux, donde murió el gran icono de la canción el pasado jueves tras un ataque al corazón. 

Sin embargo, la jerarquía católica siempre ha preferido mirar hacia otro lado cuando se trataba de encarar la homosexualidad de Lucio Dalla, quien, por otra parte, tenía fuertes convicciones religiosas. 

«Era una persona de mucha fe», sentencia Bernardo Boschi, confesor del cantautor y el sacerdote encargado de dar la homilía en su funeral, para quien la polémica sobre la orientación sexual del cantautor es parte de una «venganza de los gays, que querían hacer de él una bandera». «Además, la Iglesia condena el pecado, no al pecador», sentencia. 

«Si Dalla hubiera salido públicamente diciendo que Alemanno era su novio, no pondría la mano en el fuego sobre si le habrían hecho un funeral religioso», suelta Paola Concia, diputada del Partido Demócrata (centro izquierda) y lesbiana declarada. «Es la confirmación de la doble moral que impera en Italia, el reflejo de un país que odia a los gays y que no lo oculta».

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