La familiaridad con las hortalizas

La familiaridad de su relación es una de las características que definen a los grupos de consumo que comienzan a multiplicarse por toda la región, una modalidad de compra colectiva de frutas y verduras de temporada cultivadas por personas con las que se mantiene un trato prácticamente familiar. Junto a asociaciones clásicas como La Garbancita Ecológica y Bajo el Asfalto está la Huerta, en la región se contabilizan al menos una treintena de ellos y una demanda latente que podría disparar su cifra de manera exponencial en los próximos meses.

En Ecologistas en Acción, que incluso ha elaborado un tríptico para asesorar a las personas que quieren crear sus propias agrupaciones para adquirir productos naturales, enumeran las ventajas de esta forma responsable de poner comida natural en los platos: «Así eliminamos a los intermediarios que elevan el precio de los alimentos de forma innecesaria; el agricultor recibe un precio justo y los consumidores pagamos un precio justo; tenemos la posibilidad de conocer directamente a los agricultores; conocemos a otra gente de nuestro barrio o pueblo, fortaleciendo los lazos entre vecinos; y conseguimos mantener un medio rural vivo y sostenible».

A su vez, la Red Agroecológica de Lavapiés (RAL), en la que están integrados al menos una decena de grupos de consumo del barrio (que, además, es uno de los más activos en esta cuestión), celebrará, el próximo fin de semana del 26 y 27 de mayo, sus jornadas agroecológicas anuales. entre las múltiples actividades ofrecidas, también se impartirá un taller por especialistas sobre cómo montar nuevos colectivos de estas características, que generalmente conservan un tamaño modesto para que la logística pueda ser viable.

Lo que hace que Sergio y David se saluden con un abrazo fraternal se llama Hierbabuena y tiene lista de espera. Todas las semanas el productor lleva 10 cestas de entre cuatro y ocho kilos de productos de temporada hasta la tienda de comercio justo Sodepaz, en la calle La Palma de Malasaña, que es el punto de recogida de los alimentos los miércoles y los jueves. Los consumidores pagan 15,4 euros por cada uno de esos surtidos de alimentos frescos que luego llegan a unas 18 familias.

«La mayoría son personas de entre 30 y 40 años (más mujeres que hombres), pero también hay gente mayor», explica Alain Helies, uno de los impulsores de este colectivo autogestionado, donde sólo se admiten nuevos miembros si previamente se han producido bajas. Además de la compra semanal, sus integrantes acuden a una reunión mensual o bimensual y participan, en la medida que les permite su tiempo libre, en las distintas comisiones, desde aspectos relacionados con la de contabilidad, las de visitas al huerto...

Cada grupo establece de antemano el grado de compromiso que le pide a sus integrantes y el tipo de consumo que se ofrece a cambio: si la cesta de productos de temporada es cerrada (llega con lo que ponga en ella el productor), a la carta (se paga exclusivamente por lo que se compra) o mixta.

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