Sonia Ferrer está operada

Formaban una pareja gloriosa: bellos, compenetrados, felices. Una visión olímpica, gracias a un físico tan afilado que casi traslucía los golpes del cincel. 

Sonia Ferrer (35 años), presentadora de televisión sin programa, y Marcos Vricella (39), cirujano plástico con lista de espera, se casaron en agosto de 2007 con la esperanza de que sería para toda la vida. 

Pero la vida tiene razones que el bisturí no entiende, y ni tan siquiera las artes reparadoras de Vricella han podido con el flechazo del mes (¿de la semana?) entre su casi ex y Álvaro Muñoz Escassi (39). Ha sido un trampolín, un trampolín a la fama, el detonante de una separación que, dicen, ya estaba anunciada. Y la química. Mucha química.

Poca ropa y cuerpos de infarto a gran altura son ingredientes más que suficientes para desatar los impulsos, más cuando el ex jinete metido a restaurador (casualmente acaba de inaugurar en Sanchinarro) anda por medio. 

El citado rompecorazones y la comunicadora no dudaron en exhibir su complicidad en forma de abrazos, achuchones y arrumacos mojados, dentro y fuera de la piscina de ¡Mira quién salta! (T5). El feeling en distintos grados de desnudez desató los comentarios y éstos propulsaron sendas separaciones que, en el caso de Sonia, será lo más discreta posible para realizar una transición que afecte lo menos posible a la hija que tiene con Vricella, de casi tres años.

Ella asegura que la decisión estaba tomada antes de que el cloro llegara a su vida y que sus íntimos la conocían de sobra. «No se toma una decisión así porque te cruces con alguien en un programa», ha explicado. De hecho, las únicas palabras directamente referidas al jinete y empresario que han salido de su boca se limitan a un lacónico «es un tío con el que me llevo muy bien». Sin embargo, es innegable el tirón de la pareja de saltos -jamás se habían visto en televisión dos cuerpos más perfectos- y lo mucho que sus polos, opuestos o no, se atraen. Salta a la vista.

Pese a lo que pueda parecer, el perfecto físico que luce la televisiva sirena no se debe a las artes de su próximamente ex marido. Al contrario. Ella misma confesaba a Magazine que era «muy incómodo que todo el mundo pensara que la había operado», y que, en realidad Marcos no quería «hacerle nada». «En casa del herrero, cuchillo de palo, que se dice...», comentaba ella. «No hace mucho me ha quitado tres lunares y me ha costado tres años que encontrara hueco para hacerlo. Y muchas veces le digo que quiero quitarme la cicatriz de la cesárea, pero él opina que está fenomenal y que se borrará con el tiempo: será que me la cosió él mismo».

Ferrer, sin embargo, revelaba que no le haría ascos a unos retoques que Vricella le negaba. «Yo cambiaría muchas cosas, pero Marco me dice siempre que esto no es Lourdes. ¡Nunca podré parecer nórdica! [risas] No soy contraria a la cirugía, pero con control. 

No sé si por haber madurado o por estar al lado de Marco, me he dado cuenta de que no es la solución a los complejos, ni mucho menos. Lo cierto es que ahora les doy menos importancia. Tiendo a usar menos maquillaje y a la naturalidad... Él me ha dado esa seguridad. En vez de convertirme en una obsesa de la estética, me ha centrado. En realidad, Marco es bastante conservador, y por eso yo nunca me haría unos pechos o una boca desproporcionada».

«Es que es joven y guapísima, no necesita mi ayuda», explicaba él. «Siempre hemos estado de acuerdo en que, si algún día quisiese hacerse algo, tendría que dejar un resultado muy natural en línea con un ideal de belleza nada artificial. Para mí, la belleza ideal en una mujer es un conjunto de proporciones y simetrías, de feminidad y elegancia. Por suerte para mí, encuentro todas estas características en Sonia». Corría el amor para la sirena y el cirujano, y nada ha trascendido acerca de cómo tal torrente ha podido terminar, sin intermediación de terceros, tan mermado.

Ante la radical ausencia de él de los medios de comunicación, sólo quedan las palabras de ella. De momento, Sonia Ferrer se limita a disfrutar de su recobrada popularidad con declaraciones puntuales o informaciones en diferido a través de periodistas amigos. Además, ya luce tipazo en actos promocionales en los que, otra vez, es requerida. De nuevo en órbita televisiva, no se sabe si el foco compensa pero, sin duda, anima.

Con un anillo valorado en más de 200.000 euros y una sonrisa tanto o más deslumbrante, la televisiva adornó el pasado jueves la presentación de una nueva firma de joyería. Ni confirmó ni desmintió su romance, pero admitió estar viviendo «el peor momento de su vida» y repitió que su hija era su «único y verdadero amor». Dicen que abandonó la presentación por un ataque de ansiedad, pero ella misma desmintió este extremo en Twitter. No estaba atacada. Sólo quería irse, cuanto antes, a casa.

Y... ¿enamorados? Sonia Ferrer y Marcos Vricella fueron portada de Magazine este agosto y contaron su testimonio como cirujano plástico y esposa, que no paciente. Se casaron en 2007 y tienen una niña de 3 años. Hoy están separados.

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