Promover el cambio de regimen a cualquier precio.

Entrevistar al fundador del movimiento opositor iraní Ola Verde, Amir Jahanchahi, es como adentrarse en la trama de las películas de la saga Bourne o mezclarse con los personajes de las novelas de John le Carré. Jahanchahi está de incógnito en Madrid y por eso no figura registrado en el hotel de lujo donde ha citado. Una llamada desde París nos informa de que una persona de confianza nos recogerá en la recepción. La entrevista se celebra con notables medidas de seguridad en una suite con vistas a las luces en movimiento de la Castellana.

Hasta aquí, cuadra el perfil de disidente millonario de Jahanchahi. Quiere evitar riesgos. Jahanchahi explica que el régimen de los ayatolás intentó infiltrarse en su organización hace seis meses, pero los estrictos controles a los que somete a los que quieren unirse a sus filas impidieron que el topo llegara hasta el corazón de la Ola Verde. Aun así el espía fue capaz de grabar conversaciones entre Jahanchahi y Mehdi Karrubi -uno de los dirigentes políticos de la oposición reformista dentro de Irán- a través de un reloj de pulsera, cuenta el propio Jahanchahi.

Desde la creación de este movimiento, en marzo de 2010, las medidas de seguridad en torno a él son muy celosas. «Toda persona que venga de dentro de Irán y quiera unirse a mi organización tiene que pasar por un profundo examen para verificar que no es un espía del régimen», explica. Jahanchahi tiene un equipo de Inteligencia que ha diseñado las pruebas a las que someten a cada disidente. Duran nueve días, precisa. El último test consiste en la máquina de la verdad. «He seleccionado a los mejores de cada país y tengo mi propio órgano de Inteligencia, información y verificación», incide.

Jahanchahi, de 51 años, es un hombre de negocios iraní exiliado desde 1979 en Francia. Su padre fue el último ministro de Finanzas del sha Mohamed Reza Pahlevi. De gustos refinados, vive a caballo entre París y Londres, pero aún conserva la nacionalidad iraní. Está decidido a dedicar su fortuna a promover un cambio de régimen en la República Islámica. Un cambio que no necesariamente será traído por medio de una revolución de terciopelo.

Pregunta.- Usted creó en 2010 el movimiento Ola Verde. Lo hizo casi un año después de la llamada Revolución Verde que se inició tras las elecciones de junio de 2009 en las que Mahmud Ahmadineyad se atribuyó la victoria. ¿Por qué esperó tanto para apoyar a este movimiento?

Respuesta.- Después de la Revolución Verde y del golpe de Estado de Ahmadineyad, yo quería ver primero si los responsables de la oposición en mi país tenían la capacidad de recoger la voluntad del pueblo hasta llegar a una victoria. Tras ocho meses, me di cuenta de que la oposición dentro de mi país no podía hacer nada porque el régimen cortaría sus cabezas. Y eso es lo que ha ocurrido finalmente.

P.- ¿Cuáles son sus objetivos?

R.- Mi proyecto, Ola Verde, se basa en dos puntos básicos. Primero, tenemos que promover un cambio de régimen a cualquier precio que tengamos que pagar y por la fuerza. Esto significa que no podemos tener simplemente la esperanza de que el régimen cambie o pensar que la democracia va a venir por su propio camino. No, tenemos que cambiar el régimen con la fuerza. Segundo, en este camino, necesitamos la ayuda de la gente que está dentro del régimen: de los Guardias Revolucionarios, de los estamentos religiosos y de todas las estructuras del sistema. He lanzado un llamamiento a toda la gente que piensa como yo para cambiar el régimen antes de que sea tarde, porque este Gobierno va directo a la guerra regional con consecuencias mundiales. Tras este llamamiento, mucha gente ha venido conmigo. Por ejemplo, todos los diplomáticos que han desertado de las embajadas iraníes han venido conmigo y ahora trabajan para mi organización.

P.- ¿Cuánta gente le apoya en Irán?

R.- Tengo gente infiltrada en todos los organismos de dirección del país: en la Guardia Revolucionaria, entre los religiosos...

P.- ¿Es ahora el momento de derrocar al régimen?

R.- Sí, es el momento. Pienso que estamos preparados para que el próximo año podamos llevar a cabo mi plan: Preparar las condiciones de una insurrección general con la colaboración de los sindicatos. Tengo contactos con la mayoría de estas organizaciones para que, cuando yo decida que estamos preparados, poner a la gente en la calle. Pero esto no es suficiente, porque el régimen va a matar a mucha gente. Vamos a tener muertos. Lo único que quiero de los americanos y los europeos es que nos dejen hacer nuestro trabajo. Yo sé que cambiar este régimen no se puede hacer de manera pacífica. Nosotros pagaremos el precio. Una vez que pongamos a la gente en la calle, el día que pensemos que todo está preparado, muy rápido, tendremos una parte de la Guardia Revolucionaria que intervendrá para hacer un golpe de Estado que devuelva el poder al pueblo. Entonces formaremos un Gobierno provisional. Tenemos el plan trazado desde hace más de 18 meses.

P.- ¿Confía en que la Guardia Revolucionaria se pondrá de su parte?

R.- La Guardia Revolucionaria está dividida entre los partidarios de Ahmadineyad y los pragmáticos. Esta gente que ha ganado dinero durante los últimos 10 años, sabe que si está del lado equivocado va a perder todo. Tras ver el final de Mubarak y de Gadafi, sabe que no tendrá adonde ir. Les vamos a perdonar todo lo que hayan hecho hasta hoy si ayudan al pueblo a liberarse. Podrán guardar el dinero robado.

P.- La Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) publicó el martes pasado un informe en el que concluye que Irán está buscando hacerse con bombas atómicas capaces de ser instaladas en misiles. ¿Qué medidas debería tomar el mundo?

R.- Lo que ha publicado la AIEA lo sabía todo el mundo. Si mi órgano de seguridad sabía que Irán intentaba fabricar armas nucleares desde hace tres o cuatro años, entonces, todo el mundo lo sabía. No es una sorpresa. Pero el régimen tenía a la Agencia infiltrada, lo que evitó que esta información viera la luz antes. La AIEA no tiene ninguna duda de que Irán conseguirá fabricar la bomba. La pregunta es cuánto tiempo tardará en tener el vector.

P.- ¿El endurecimiento de las sanciones será suficiente para detener el programa nuclear?

R.- Las sanciones están bien, pero ya es tarde. Estaban bien hace cinco años. Son útiles, pero no van a cambiar el régimen, lo cual es la única solución.

P.- Israel ya prepara los tambores de guerra. ¿Qué consecuencias tendría un ataque israelí contra Irán?

R.- La situación es muy preocupante. Israel nunca va a permitir que Irán posea la bomba atómica. Esto no es un farol. Pero tiene un dilema. Si ataca Irán, será el mejor regalo para el presidente, Mahmud Ahmadineyad. La región explotará. Si -precisamente por este riesgo- Israel no interviene, el régimen islámico implantará su influencia en la región poco a poco, promoviendo regímenes islámicos que tomen el control de cada país. La revolución democrática en el mundo árabe va a ser secuestrada por los islamistas. Túnez es el primer paso. Vamos a ver cómo en Egipto los Hermanos Musulmanes se harán con el control. Libia también va a estar en manos de los islamistas.

P.- ¿Considera que la República Islámica está fomentando el avance del islamismo en la región tras la caída de las dictaduras?

R.- Todos los grupos islamistas obtienen financiación de mi país: Hizbulá, Hamas, Al Qaeda y los talibán. El pueblo iraní ha elegido hace 32 años una República Islámica de forma muy democrática. En esa época éramos 36 millones de personas; ahora somos 70 millones. Si después de 32 años tenemos una revolución para cambiar este régimen estamos lanzando un mensaje muy fuerte a todo el mundo musulmán de que la República Islámica fue un error y que no se tiene que repetir en otro país. La caída de este régimen será el fin del riesgo del islamismo en el mundo. La llave de la paz en la región es mi país.

P.- ¿No cree que Occidente actúa con hipocresía ante la República Islámica porque sabe que tiene a Israel como perro guardián?

R.- Ustedes viven en su confort y no ven la realidad de la situación. Dejan todo para más tarde y ponen la responsabilidad en otra persona. El problema de la deuda es un ejemplo. Los occidentales saben el riesgo de mi país. ¿Quién es Ahmadineyad? Piensan que el poder está en manos de Ali Jamenei [el líder supremo]. Esto es en el papel, pero lo cierto es que poco a poco Ahmadineyad ha tomado todo el control, después de hacer un golpe de Estado con la ayuda de una parte de la Guardia Revolucionaria. Ahmadineyad pertenece a una secta chií duodecimana. Gran parte de los chiíes iraníes creen en el advenimiento del duodécimo imam. Pero una pequeña secta piensa que hay que provocar el caos con el fin de preparar las condiciones para que venga el duodécimo imam y limpie el mundo. Ahmadineyad piensa que tiene esta misión. Quiere la bomba para provocar la guerra en la región. Sabe que tenerla es suficiente para provocar un conflicto y no sólo mira a Israel.

P.- ¿También amenaza directamente a Europa y Estados Unidos?

R.- Hay una cosa que deben saber. Desde la caída del muro de Berlín, Irán ha comprado de forma muy rápida bombas sucias y bombas químicas. La bomba sucia es como una pequeña bomba atómica preparada en una maleta y que si se coloca en una ciudad como Madrid puede contaminar una parte de ella para muchos años. El régimen islámico tiene en cada gran ciudad del mundo bombas químicas y bombas sucias.

P.- ¿Cómo tiene esta información?

R.- ¿Cómo lo sé? Lo sé. No puedo decir cómo. Durante la caída de los regímenes de Europa del Este, estas bombas costaban entre 50 y 80 millones de dólares. ¿Piensa que el régimen no podía comprarlas por ese dinero? ¿Piensa que no puede colocar una maleta diplomática en un avión? Si el régimen islámico ha comprado todo lo que necesitaba para hacer una bomba atómica en su país, bajo el control de la AIEA, ¿no pudo comprar hace 20 años bombas sucias a las mafias del Este?

P.- ¿Usted cree que utilizaría estas bombas contra un país como España?

R.- Si mañana hay una guerra en la región, seguro que las va a utilizar.

P.- Entonces, ¿cómo puede Occidente parar a la República Islámica?

R.- Ustedes no pueden hacer nada. Estados Unidos ha perdido el control de todo Oriente Próximo. Las políticas de Ahmadineyad van a conducir a la guerra. Occidente no puede hacer nada. La llave de la solución está dentro de mi país. En la mano del pueblo iraní. Nosotros podemos eliminar el riesgo de guerra con un cambio de régimen.

P.- ¿Qué costes tendría la caída de la República Islámica?

R.- El régimen va a caer con o sin mí; en uno o en tres años. Pero si yo puedo hacerlo caer desde dentro, el precio lo pagaremos los iraníes. Si no, el precio lo pagará todo el mundo, con una guerra regional con consecuencias que llegarán hasta Europa.

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