Era rubio y hermoso como la cerveza

A mí no me la dan las folclóricas. Cuando van por ahí diciendo que tienen tales o cuales años, yo tiro de mis discos viejos, que nunca mienten. Mira, mira... ¿Marifé de Triana? En en el 36 ¿Conchita Piquer?... El vino en un barco de nombre extranjero / lo encontré en el puerto un anochecer / cuando el blanco faro sobre los veleros / su beso de plata dejaba caer. «Coplas». A sus 57 años, la única chispa que riega el corazón de Antonio Alba es su pequeña tienda con alma.

Todo un monumento a la nostalgia en blanco y negro, viva reencarnación de otras épocas, para algunos más sombrías, para otros más sentidas. «A mí los Beatles ya me sentaron mal, me sonaban a ruido». Discos amarillentos como hojas de otoño: Joselito con cara de ángel en el «Ruiseñor de la Cumbres», radiante Celia Gámez en «El Aguila de fuego», Gloria Lasso, Marlene Dietrich... «Coplas». El baúl que nunca debió tirar el abuelo, la bruma mágica del tiempo, que entonces pasaba como más despacito. Rosío, ay mi Rosío / rnanofto de clavele / capullito floresío / de pensar en tus querere / voy a perder el sentío / porque te quiero, vía / como nadie te ha querío «A la Imperito Argentina la tengo también aquí, cantando a García Lorca.

De Juanita Reina lo tengo casi todo, más de cien canciones en pizarra, antes de que inventaran lo del microsurco». «¿Rarezas? Fíjate, la Sofía Loren cantando mambos en el 58. Ediciones inéditas de las películas que hizo la Marisol de pequeña, que están muy buscadas. Un inglés me dio 100.000 pesetas por las bandas sonoras de Ha llegado un ángel, Un rayo de luz y Cabriola». Antonio Alba no tiene favoritas. Si acaso la mítica Eartha Kitt, que le cautivó un día de Dios sabe qué año en los escenarios de París. «Yo soy de los que se escapó, ¿sabes?», dice con voz trémula y sonrisa forzada, recordando su «exilio» de 10 años en Puerto Rico. «Siempre me acordaba muchísimo de este Madrid cuando estaba en el extranjero».

Antonio, divorciado y sin hijos, hizo de todo en esta vida. Hasta que al final del camino pudo entregarse a su afición favorita, sumergido en la rancia memoria de 10.000 discos, escuchando la voz quebradiza de Miguel de Molina. Ojos verdes / verdes como la albahaca / verdes como el trigo verde l y el verde, verde limón «¡Qué tiempos aquéllos! La Piquer cantando en el teatro de la Zarzuela y en el circo Price, Tomás de Antequera y la Gracia Triana».

Un disco de promoción de Estrellita Palma -«Chulapa bravía»- por 45.000 pesetas, grabaciones en pizarra de la Goyita, Imperio de Triana y Mary Paz cantando «Desde Santurce a Bilbao». «Aquí viene mucho coleccionista, aunque últimamente se llegan jóvenes pidiéndote que si "Tatuaje" o "Las cositas del querer". La Lola también se cotiza mucho: mírala con menos de 30 añitos cantando "El encanto de España». Qué tiene la Zarzamora / que a todas horas / llora que llora por los rincones / ella que siempre reía l y presumía de que partía los corazones El corazón de Antonio late ahora sin ganas. «Yo soy realista: no puedo esperar aquí la muerte». Resignado por una dolorosa enfermedad, ve cómo se le escapa de las manos el sueño de su vida. «Hay que cerrar porque no tengo hijos, no tengo amigos que se quieran quedar con la tienda».

Y desde los vistosos azulejos de la entrada, una imponente Marifé de Triana le susúrra al oído: María de la O / que desgraciaíta, gitana, tú ere teniéndolo tó / te quiere reí / y hasta los ojito los tienes moraos de tanto sufí l Maldito parné / que por su curpita / dejaste al gitano que fue tu queré / castigo de Dió / castigo de Dió Conchita Piquer, traje de lunares rojos y mantón amarillo, interpretando con cara de trance cinco canciones de los maestros QuinteroLeónQuiroga. ¡Filigrana! Pedro Navarro tenía siete años cuando su abuelo, Pepe, le compró el primer disco de pizarra. Hoy, 33 años después, la vida de Pedro gira en tomo a la copla. Su tienda ha «robado» a doña Concha aquel título del reino de los mitos. Filigrana. «Tengo toda su colección de discos en gramola, con trece añitos, cuando cantaba "El Florero"».

Si tú me dijeras que abriese mis venas / un río de sangre te salpicaría / Si tú me pidieras que al fuego me echase / igual que madera me consumiría / que yo soy la esclava y tú el absoluto / señor de mi hacienda, mi sangre y mi vía Voz desesperada, implorante, casi enloquecida, intentando arrancar al amado un «Dime que me quieres». Un pronto de despecho, voz altiva y fría, suplicando con aire burlón «No me quieras tanto». El embrujo de la Piquer, canciones que vibran como la brisa o el viento huracanado. La otra debilidad de la casa es Raquel Meller, guapísima ella en esa foto de época con tres lagrimones de cera goteando por su cara. Sus cartas de puño y letra, sus peinetas y mantillas, vaporosos abanicos, insinuantes mitones.

Pedro Navarro bucea en su tienda con la agilidad de un pez musical. El también tiene sus secretas preferencias: «Conchita Martínez, la madre del cantante Emanuel, estrenó aquí el "Romance de la Reina Mercedes" por bulerías, casi ná. Escucha esto, es Pepita Embún, la madre de Plácido Domingo, fijate qué voz tan limpia». Y Carmen Amaya, y Paquita Rico, y Juanita Reina... Soy la que no tiene nombre 1 la que a nadie interesa / la perdició de los hombres / la que miente cuando besa / ya lo saben, yo soy esa Un dibujo original de Shirley Temple cuando no levantaba dos palmos del suelo, fotos dedicadas de Tyrone Power y de Estrellita Castro, un cartel amarillento de «En el corazón banderas»... En medio del mar de coplas también hay sitio para alguna que otra sorpresa entre las 50 y las 100.000 pesetas:

«Soy un maniático de Raphael. Lo tengo todo, ediciones americanas que aquí nunca se vieron» «Mira esto, una edición francesa de la Lola cantando en el 58 Morena Clara». «Este disco de las Ronettes es único, una joya. Me han ofrecido por él 25.000 pesetas, pero por ese dinero no lo vendo». «Mira esta rareza, un "maxi" de Michael Jackson cantando en español "Todo mi amor eres tú». Pero a Pedro que no le saquen de sus viejas melodías, aquéllas con las que aprendió a andar y que ahora le dan de comer. Hágase el silencio, ciérrense los ojos y detengan el tiempo. Letra: Rafael León y Xandro Valerio. Música del maestro Quiroga. Canta Concha Piquer, la reina de la copla: Era hermoso y rubio como la cerveza / el pecho tatuado con un corazón / en su voz amarga había la tristeza / doliente y cansada del acordeón.

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